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jueves, 9 de octubre de 2014

¡El Slow Fashion aterriza en lima!. PARTE II


Continuando con la PARTE I de la entrevista a los co-fundadores de Slow Motiv 




¿Qué debería considerar un diseñador para hacer slow fashion?

P: Si tu quieres hacer una prenda slow debes empezar desde la raíz, desde dónde vienen los materiales, quién fue la persona que generó el material, cómo voy a utilizar los materiales, luego cómo voy a comercializar la prenda. La moda es cíclica en generación de tendencias pero en el slow fashion todo es cíclico desde su línea de producción en materiales hasta el desuso, cuando se va a reutilizar empieza otro ciclo, porque no debería  desecharse el material que puede ser reutilizado, y como diseñador debes comunicar quién te hizo el bordado, qué tipo de materiales has utilizado.


La industria de la moda es mantenida principalmente por mujeres, siendo también una principal mano de obra explotada. ¿Qué hace el slow fashion al respecto de igualdad de género y comercio justo?

P: El slow fashion y la igualdad de género trata de acercar al hombre a que realice actividades en la moda, refresca el machismo, que el hombre no vea el bordar, tejer, etc. como algo femenino y como soy hombre y estoy haciendo algo que hace una mujer me debes pagar más, porque en India y Bangladesh se realiza así, lo cual es completamente injusto.  Son dos seres humanos que tienen las mismas capacidades y que por lo tanto deben tener una remuneración igualitaria, se debe mostrar que esas actividades benefician tanto al hombre como a la mujer y que ambos lo pueden realizar.  Todos son rituales para compartir y para disfrutar por igual mujeres y varones.



El slow fashion es algo nuevo para Latinoamérica, ¿Como ven la industria slow fashion en Perú actualmente y que potencial tiene?

P: En Perú todavía no se reconocen a si mismos como slow, hay mucho talento y potencial en cuanto a desarrollo textil, poder decir que Perú genera uno de los mejores algodones orgánicos en el mundo ya es muy slow.

R: A nivel conceptual, Latinoamérica ha estado un poco retrasada, y siempre se ve como un debilidad, pero eso nos da tiempo para frenarnos mucho antes que Europa o EEUU y es una oportunidad de ser líderes en estos temas como el slow fashion, tenemos todas estas condiciones.


“El slow fashion es más que moda, es un estilo de vida” 

¿Cual es el rol de los estudiantes de moda en el movimiento slow y cómo cambiar su visión de una moda guiada por la estética y vanidad que ven en las grandes pasarelas?

P: Si todo se direcciona desde la educación creo que hay mucho por darles a los estudiantes y si las escuelas no tiene los conocimientos para transmitirlo va a ser muy difícil acercar a diseñadores a la moda slow. Afortunadamente, las escuelas se lo están tomando muy en serio, por ejemplo en Chile están bastante preocupados por inculcarles a los estudiantes: reutilicen, tranquilos, dónde compran las telas, conozcan sus materiales y acerarlos al diseño no desde la vanidad sino que desde su identidad generen un producto de diseño.

R: Si la gente que está estudiando, la nueva generación que va a manejar la industria en el futuro, no manejan estos valores no entienden que la estética es importante pero no lo es todo, las cosas van a estar peor que actualmente. Además, tiene que ver con un tema de rebeldía, una de las cosas que tenemos los jóvenes es la capacidad y energía de rebelarse contra lo que la sociedad nos dice. Estamos en la época del hacer y no sólo quedarnos en el discurso.




Patricia y Rodrigo ven al slow fashion como una oportunidad para Latinoamérica, la oportunidad de ser líderes en esta industria, por un diseño consciente y sostenible, que use materiales con orígenes responsables, donde se pague un sueldo justo a las mujeres al igual que a los varones, donde no se exploten mujeres ni niños, con textiles que no sean tóxicos para el cuerpo. 

El slow fashion tiene muchos beneficios dentro de un mundo global y Made in China, revalora el consumo local y la innovación constante, y como el mundo es redondo, ve a la cadena productiva de moda como un círculo productivo, donde el final es un comienzo, donde la ropa en desuso no debe ser otro factor contaminante y puede tener una segunda vida a través del reciclaje o reutilización. Al final el estilo de vida slow propone desacelerarnos para disfrutar de las cosas que hacemos porque a veces el estar preocupados por crear riqueza y ser indiferentes con lo que pasa a nuestro alrededor, nos hace perder de vista nuestra misión en la vida: Disfrutar lo que hacemos y ser más felices. A que suena bien verdad… así quién no quisiera vivir más slow.

Foto: Andrea Cueto


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